jueves, 13 de junio de 2013

Moisés Lebensohn, el gran impulsor de la Juventud Radical por Néstor Müller

Nació en el puerto sureño de Bahía Blanca, el 12 de Agosto de 1907, hijo de inmigrantes judíos, fue político, periodista y abogado argentino. Si bien nunca alcanzó cargos públicos de gran relevancia, es considerado como uno de los ideólogos fundamentales de la Unión Cívica Radical.

Con tan solo 15 años, Moisés ya despuntaba el vicio y escribía en un diario de campaña: “nuestra voz se hará sentir con toda vehemencia, cuando ello sea necesario en salvaguarda de los derechos e intereses del pueblo”.

Lebensohn fue un hombre de partido, un dirigente activo de la renovación de las estructuras partidarias del radicalismo, un formador de cuadros militantes juveniles, pese a su moderación y equilibrio, no tenía pelos en la lengua, describía con trazos irrefutables y con notoria precisión la realidad que le tocó vivir.

Recibido de abogado, comenzó a combinar la actividad política con el periodismo. El 17 de Octubre de 1931, cuando contaba con tan solo 24 años, fundó en la localidad de Junín, su ciudad adoptiva, el diario “Democracia” desde el cual defendió durante dos décadas sus profundas convicciones y su respeto por el hombre anónimo de carne y huesos.

No se abstuvo de denunciar las persecuciones y el secuestro de libretas, ni de señalar por ejemplo: “hay ambiente de temor y se ha clausurado un centro socialista”. También investigó las torturas a los presos políticos de su época.

En lo ideológico, impulsaba una profunda reforma agraria, la obligatoriedad de la enseñanza media, una política de emancipación económica. Por otra parte, en lo social, defendía los derechos de los más necesitados luchando por alcanzar una sociedad más justa que protegiera a todos sus miembros.

Era socialista en cuanto al valor de la igualdad y la justicia, fue la lucha el símbolo de su vida, la misma que entregó generoso, sin vacilaciones a la causa del pueblo, a la que dio lo mejor de sí.

Incomprendido por sus opositores y otras tantas por sus propios partidarios, nunca fue una figura cómoda para los dirigentes perpetuos, sin embargo y eso es lo más importante, para los jóvenes, su prédica sin descanso y su modelo de vida, con un compromiso público permanente, registran una actualidad sin igual.

Sus discípulos en esa época eran Arturo Frondizi, Gabriel del Mazo, Crisólogo Larralde, Damonte Taborda. Era el indiscutible docente de voz seductora y frases llenas de contenido; a su inspiración y redacción se debe el programa de la juventud radical de 1944, que reclamara en lo interno el voto directo de los afiliados, la representación de las minorías y la realización de asambleas, el programa de la juventud radical de Buenos Aires, constituirá la base del programa de Avellaneda condensado en el célebre documento conocido como “la declaración de Avellaneda”.

Junto a Larralde y Balbín entre otros, fue uno de los fundadores del Movimiento de Intransigencia y Renovación, por cuya lucha en pos del voto directo de los afiliados triunfó en los comicios internos de la Provincia de Buenos Aires la formula Prat-Larralde para gobernador y vice en 1946.

Presidió el Comité de la Provincia de Buenos Aires en 1950 y, como tal, organizó el Congreso Femenino Radical en Lanús y aquí en Tandil el Congreso Agrario.

Es curiosa y casi novelesca la amistad que Lebensohn mantuvo con Eva Duarte, por haberse conocido en Junín; el diario “Democracia” la ayudó con algunos comentarios favorables a su carrera artística, se los vio charlando varias veces en la Confitería Politeama, de la calle Corrientes. Nunca tuvieron reparos de hacer pública su amistad, él la llamaba cariñosamente “negrita” y ella “rusito”.

“Volveremos, volveremos a dictar la Constitución de los argentinos”, grito aquel hombre y se encaminó ignorando los insultos, hacia una de las salidas del recinto de sesiones, llevándose consigo a sus colegas de bancada.

Moisés Lebensohn, convencional constituyente, se hizo famoso aquel 3 de Marzo de 1949 con ese gesto que intentó frenar, aunque no lo consiguió, la reforma constitucional, que tenía como objetivo central la reelección del entonces Presidente Perón.

Falleció de un ataque cardíaco el 13 de Junio de 1953, a los 45 años de edad. Sus restos fueron despedidos en Junín con negocios cerrados y tristeza de todos sus convecinos que, más allá de las diferencias de ideologías, lo respetaban como un defensor de las libertades civiles.

Murió pobre, hoy sigue siendo un ejemplo por sus ideas, su vida transparente y sentido ético de la política. Ejemplo de quien nos enorgullecemos los radicales, como de tantos otros hombres y mujeres que sirvieron a la patria sin pedir nada a cambio.

Sus palabras de despedida de este mundo fueron “No quiero morir. No debo morir, hay tanto que hacer, tanto que luchar, luchar…”

Ante hombres como éste, cabe repetir unas palabras dichas por Don Arturo Illia: “SER RADICAL NO ES FÁCIL, PERO VALE LA PENA SERLO”.

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