lunes, 27 de agosto de 2012

RADIO: 92 AÑOS La radiofonía argentina está de fiesta


Curioso guiño de la historia, fue justamente un otorrinolaringólogo el que abrió los oídos de una nación y cristalizó la aventura de una garganta popular. Un 27 de agosto de 1920 el médico Enrique Telémaco Susini encabezó ese grupo de “locos de la azotea” que transmitió desde el Teatro Coliseo la ópera Parsifal , lo que más tarde sería oficializado como “primera emisión al público”. A 92 años de esa epopeya de cables y voltios, y contra los pronósticos más pesimistas, la “cajita feliz” sigue obsequiando sorpresas.
La conductora María Susini, esposa de Facundo Arana y sobrina nieta del hombre al que Albert Einstein definió como “una de las primeras inteligencias de la Argentina”, recuerda haber crecido en una casa en la que “los cuentos y el folclore acerca de ese sabio radioaficionado” estaban a la orden del día. “Era hermano de mi abuelo e integrante de una de las familias más rica del país. Una generación sabia que estudiaba mucho. Supe que él hablaba nueve idiomas, venía de familia de médicos y lo pintoresco es que el día de la primera transmisión, él y mi abuelo compraron válvulas al por mayor y le agotaron el stock al ferretero que preguntaba intrigado qué locura estaban por hacer”.
La llamada hermanita mayor de la TV, ya es “abuela” en la era de Twitter y otros cuantos nietos de la comunicación. Pero a esta “nona” no hay quien la jubile pese los nostálgicos que teorizan sobre preciosos tiempos pasados. Ante una historia abultada que recorre genialidades en boca de Niní Marshall, Luis Sandrini, Pepe Arias, Oscar Casco y tantísimos más, el presente muestra menos figuras, menor despliegue artístico pero un notable avance tecnológico y la misma incondicionalidad del oyente. Según el último informe de Ibope, aproximadamente 6 millones de personas escucharon la radio sólo en Capital y Gran Buenos Aires en el último mes.
Varios de los emblemas del medio alzan la bandera: “La radio está más sana que nunca. Nace todos los días. Ya quisiera yo tener 30 años para disfrutarla hoy”, juzga Cacho Fontana, quien hoy liderará una transmisión especial desde Ushuaia, en cadena con 60 emisoras del interior. Otro que desparrama optimismo es Lalo Mir ( Lalo por hecho , La 100): “Hay una cuestión rara de mercado. La radio es segunda a nivel penetración en la audiencia pero cuarta o quinta en inversión publicitaria. Podemos suponer que en diez años existirán más cuestiones periféricas, que con la digitalización quizá podamos tener en el auto una pantalla de donde saldrá el último informativo que nos perdimos, pero la radio seguirá siendo siempre la radio”.
Roberto Pettinato ( El show de la noticia , La 100) adhiere a la corriente de buenos augurios. “La radio puede machacar día y noche con la misma gente y el mismo estilo. La televisión tiene que renovarse sin paz para subsistir. Trabajo en ambos medios y la radio es la humanidad misma, mientras que la tele, su plateado cuerpo de robocop”, suelta.
Héctor Larrea ( Una vuelta nacional , por Nacional), protagonista de la metamorfosis de las últimas cinco décadas, garantiza que la radio “no perdió ni calidad ni profundidad”. Y ahonda: “Hay una muchachada con inquietudes extraordinarias. Puede haber programas mejores o peores, pero si Jorge Luis Borges decía que hay un libro para cada tipo de lector, lo mismo se emplea para la radio. Imagino un futuro con regreso a lo artístico y distancia de lo periodístico. Quizá esos creativos no salgan de las escuelas de radio”.
Nora Perlé ( Canciones son amores , Mitre, emisora que hace 11 días cumplió 85 años) se refiere a “un servicio personalizado y ya indispensable”, pero se lamenta por “la pérdida del lenguaje”. Y explica: “La radio es un hecho didáctico que perdió en calidad. Me molestan los modismos, el implementar la palabra Nada en medio de una frase, el hecho de no emplear bien los verbos. Antes la locución era un oficio digno y se trabajaba con filtros. Hoy las escuelas privadas habilitan fácilmente a quien quiere hacer radio”.
Para Alejandro Dolina , “la radio como género no ha fracasado, pero renunció a lo artístico por lo periodístico, que hoy ocupa el 95% del espacio”, analiza. “¿Dónde están los ciclos de concursos, los musicales, los radioteatros, los de humor? Mi programa, justamente, hoy es una rareza. Como un modesto café concert que no insiste con el estado de los caminos ni la hora”.
Tete Coustarot ( Qué noche Teté , Radio 10) rescata a la radio como “un medio noble que tomó una evolución interesante y derrumbó cualquier pronóstico”. Y agrega: “En tantos años no perdió sino que ganó incorporando otras formas y otros medios. Con Internet rompió la barrera del dial y con la computadora o los teléfonos rompió la barrera del aparato. Hoy tengo oyentes hasta en Japón y eso habla de evolución”.
En 92 años, hay dos “milagros” que resisten al mismo dial en el que nacieron pese a las modas.
La oral deportiva (por Radio Rivadavia, en alianza con Espn) cumplirá 77 años el 7 de noviembre, y ostenta el récord de mayor permanencia. Enrique Sacco, su conductor, argumenta que “fue la credibilidad y lo que permitió sobrevivir más allá del tiempo”. Y agrega: “Este programa ya está instalado en el insconsciente colectivo, en la sociedad argentina. Da fe de que la radio es invencible. Supera cualquier barrera y sabe aggionarse a Twitter, a Facebook o a lo que venga. Nada pudo ni puede matar a la radio”.
El otro ciclo es Las dos carátulas (Nacional), ciclo de radioteatro que se emitió por primera vez el 9 de julio de 1950 y aún congrega a dramaturgos y actores en la era del radioteatro como pieza de museo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario